Lo malo de vivir en Barcelona: 5 cosas que no extrañaré
Entre más viajo, más me doy cuenta de que ese lugar perfecto que buscamos si cesar, no existe. Después de haber recordado las cosas buenas por la que estuve tantos años en Barcelona, ahora tengo que ser honesta conmigo misma y reconocer que Barcelona también tiene sus cosas malas, y aunque son pocas, estas son las 5 cosas desde luego no extrañaré:
1. El tema laboral
Aunque Barcelona a nivel nacional está muy bien en cuanto a la tasa de empleo, lo cierto es que sigue siendo difícil encontrar un buen trabajo que te llene, un trabajo donde no sólo estés en continuo aprendizaje sino que también te ofrezcan los beneficios básicos que esperas a nivel europeo, como por ejemplo: conciliación laboral, flexibilidad horaria (evitar la pausa de la siesta) y sobre todo una remuneración digna, porque desde hace unos años se ha puesto de moda contratar a becarios para que hagan las mismas funciones y tengan la misma responsabilidad que uno de plantilla pero ganando nada o muy poco.
Por otro lado el mercado laboral también es muy competitivo como en toda ciudad importante, siempre hay otras personas más jóvenes que tú con tropecientos idiomas, con un montón de títulos a cuestas y dispuestos a regalarse. Lo bueno de esto es que nunca puedes bajar la guardia y tienes que estar en continuo reciclaje.
2. Demasiados turistas
Recién llegué a vivir a Barcelona me gustaba mucho la idea de estar rodeada de turistas, más que todo porque vengo de una ciudad donde no es común ver a extranjeros y también porque me hacía sentir de vacaciones y me contagiaba ese espíritu alegre y despreocupado. Pero después de vivir un tiempo en la Barceloneta quedé traumatizada.
En Barcelona llegan cada año más y más turistas, lo cual está muy bien para la ciudad en el ámbito económico pero a veces resulta un agobio total para tu día a día, tanto así que puedo decir que en ocasiones he sentido enoclofobia y evito los lugares más transitados por turistas tipo las Ramblas o la Barceloneta.
3. Las cacas de perro en las calles
Yo que me pensaba que esto era un problema sólo de los países en desarrollo pero no, como lo he dicho en muchas ocasiones, en Barcelona por muy europea que sea no se puede caminar con glamour ni con la cabeza en alto, en Barcelona hay agachar la cabeza y cuidar cada uno de tus pasos porque cuando menos piensas ya tienes sorpresa en tus zapatos, una sorpresa bastante desagradable por cierto.
Una vez leí en un blog de viajes que en China los niños (y los no tan niños) hacen sus necesidades en la calle, y de aquello surgía todo tipo de comentarios, que terrible, que era increíble, que impresentables, bla bla bla, en fin…
Pues sí, es asqueroso pero la verdad es que no veo cuál es la diferencia en que una persona o un perro haga sus necesidades en la calle, no soy antiperruna ni nada que se le parezca, de hecho me gustan y respeto mucho los animales en general hasta he pensado en volverme vegetariana, pero no entiendo por qué tienen que sacar a los perros única y exclusivamente a hacer sus necesidades, cosa muy distinta sería que sacaran a pasear al perro y de repente surja la necesidad (algo que quizás para el perro sería difícil de controlar), pero de ahí a sacar el perro exclusivamente para eso, es algo que no entiendo.
4. Los malos olores
No sé por qué en el metro de Barcelona generalmente huele mal, a veces huele indudablemente a gente sin bañar pero otras veces hay un olor indescriptible pero igual molesto. Siempre prefería ir caminando, en bus o en bici al trabajo y evitar a toda costa el metro y más en verano que se llena tantísimo de gente y que te sientes apachurrado como en una lata de sardinas.
También cuando viví en el barrio Poblenou muchas veces había un molesto olor a alcantarilla, si bien no sé los motivos por los que sucedía esto, es algo que definitivamente no extrañaré para nada.
5. El tema político y el idioma
Este es un tema delicado y espero no herir susceptibilidades, pero me tengo que desahogar. Estar en medio de todo el meollo político por la independización es un poco agotador y escuchar esas discusiones continuas entre independentistas y españoles no sólo en la tele sino en la calle, realmente es algo que no extrañaré. Sé que cada bando tiene sus razones pero ya me gustaría a mí que reinara la paz.
Y en cuanto al idioma, a mi parecer, para algunos deja de ser un idioma como tal para convertirse en una ideología política de imposición. Una cosa es que uno quiera estudiar un idioma porque lo necesite, porque le guste, porque tu pareja lo hable; y otra muy distinta es que la gente te lo imponga de malas maneras. Así mismo el tema del idioma se convierte en un tabú porque cualquier cosa que digas podrá ser utilizado en tu contra.
Y es normal que cada uno quiera hablar su idioma materno, a mí también me pasa, pero en general pienso que los idiomas están hechos para darse a entender y no para discutir.